🤼Boca Juniors: asuntos pendientes de un club paralizado por la batalla electoral
Macri y Riquelme animan una rivalidad que no consigue zanjarse en las elecciones de Boca Juniors. Dos proyectos enfrentados en un club que se consume en sus internas y por ahora se olvida del mundo.
(Esta entrega está pensada principalmente para quienes observan el fútbol argentino a la distancia y se pierden algunos detalles locales e intransferibles)
La línea de tiempo sobre el conflicto desatado en las suspendidas elecciones de Boca Juniors precisaría de un copiloto de inteligencia artificial para el diseño de mapas mentales para poder procesar y entender toda la información acumulada. Seguir los acontecimientos es perderse. Un club suspendido en un limbo electoral.
Para quienes no sigan las noticias cotidianas sobre el proceso eleccionario en Boca Juniors, la votación que debió hacerse ayer esta suspendida por la justicia civil, sin fecha en el horizonte, por un reclamo hecho por la lista opositora con relación a la inclusión indebida de 13.000 socios activos en 2021. La oposición fue afortunada: consiguió en la justicia cada resultado que buscaba.
El oficialismo tiene a Juan Roman Riquelme como candidato a presidente y Jorge Ameal como vicepresidente. En orden invertido, los dos son las máximas autoridades del club. La oposición tiene a Andres Ibarra como candidato a presidente y a Mauricio Macri como vicepresidente.
Pero este es un enfrentamiento entre Macri vs. Riquelme. Riquelme vs. Macri. Es personal esto. A tal punto que Ameal directamente no aparece en la campaña.Ibarra, -que aparece bastante seguido- se ve obligado a hacerse a un lado cada vez que Macri se sobregira en sus explicaciones, como en el famoso asunto de “el 9 de Qatar”
La batalla, como decíamos, es personal. Continúa en el plano político. Luego es ideológica. Y finalmente aterriza sobre las diferentes ideas para gestionar un club. Macri y Riquelme fueron socios por conveniencia, menos que frenemies en la época dorada de los títulos ganados por Boca Juniors con Macri como presidente y Riquelme como una de sus estrellas. Una relación tormentosa, de desconfianza mutua, que lleva casi 25 años.
El enfrentamiento ahora se produce en todos los planos a la vez, a tal punto que cada uno está convencido de que el club en manos del otro estará en las peores manos posibles.
Los destellos de la pelea electoral se multiplican en las redes sociales con mensajes y acusaciones de alto voltaje. Macri ahora no es el empresario que llega al fútbol de Boca desde el mundo de los negocios. Su pasado como presidente entre 1995 y 2007, con aspiración a ser VP del club, ahora está atravesado por haber sido jefe de gobierno de Buenos Aires, presidente de la Nación y presidente ejecutivo de la Fundación FIFA.
La última vuelta de videos en social media procuró unificar todas las versiones de Macri en función de su expertise político. La batalla es política porque los dos abrazan ese juego y se mueven en ese terreno, tan habitual en el fútbol argentino donde los clubes son terminales de actores políticos. No hay novedad acá. El último ministro de obras públicas de la Argentina estuvo el domingo en las inmediaciones de la Bombonera en apoyo a Riquelme.
Riquelme tiene algo a favor que Macri nunca tuvo ni tendrá: el calor y el amor de las masas que se origina en el campo de juego. Ahí Riquelme es simplemente Roman y la estampa de Roman- jugador es la que domina la estética de su campaña electoral. Además, su usina creativa trabaja sin descanso sobre el concepto constante de que Macri es un político que busca conseguir más poder y hacer negocios con el club.
La difícil tarea que tienen Ibarra-Macri es demostrar que ser querido como futbolista no es suficiente para gestionar un club. Y que si se trata de idolatría, la oposición ya tiene confirmado a Martin Palermo, estrella del club que rivalizó con Riquelme, para ser el próximo entrenador. También en el camino acusaron a Riquelme de manejar el club a su antojo y permitir que su hermano hiciera negocios con la reventa de entradas.
Como se puede apreciar, todo el devenir de cruces y enfrentamientos produce fatiga de solo enumerarlos. Un asunto que quedará zanjado una vez que los socios puedan votar. Mi pálpito es que una vez que eso suceda, los socios de Boca elegirán a Riquelme como presidente. La atmósfera indica eso.
Una masiva movilización de hinchas de Boca protestó por la suspensión de las elecciones. Fue ayer, el día en el que los socios tendrían que haber votado. El apoyo a Riquelme se manifiesta en banderazos por el barrio de La Boca, en el club y en sus calles. Ibarra y Macri corporizan una candidatura que se ve más en los estudios de los programas de los canales deportivos y también políticos.
De cara a los convocados en la movilización, Riquelme cambió la conversación e introdujo un elemento nuevo: “El club no es solamente de los socios. Es de los socios y también de los hinchas”. Lo dijo en una transmisión exclusiva de El Canal de Boca, el espacio oficial del club. Lo hizo a la hora en que jugaba River.
Riquelme todavía debe destilar el cariño popular de los hinchas en el voto de los socios, aunque no hay encuesta que no lo encuentre favorito. La fórmula opositora trabaja con datos concretos para buscar su favoritismo en los padrones. En términos políticos, no domina “la calle”, pero tiene sus estrategias para encontrar sus adhesiones entre los socios. Que son los que romperán el nudo cuando puedan votar.
Todavía está por verse si la totalidad de los socios de Boca se reconocen en el reflejo de un club volcado a las calles para resolver aún los temas que padece y que no genera. También es cierto que el escenario de mayor incógnita está representado en el fantasma de una intervención del club -el temor concreto denunciado por Riquelme - si el conflicto no se destraba en la justicia.
Boca Juniors debería votar lo antes posible para resolver los asuntos pendientes de un club masivo y popular, al que el mundo está esperando.
Potenciar el perfil internacional, un plantel de mayor valuación y la solución para su estadio: lo que le espera a Boca Juniors cuando termine la batalla electoral
La batalla electoral en algún momento quedará atrás. Lo peor es lo que todavía no se sabe: que los movimientos ocultos deriven en la intervención del club. De suceder, Boca Juniors ingresará en un proceso autodestructivo que en ocasiones sucede aún en los clubes gigantes del fútbol mundial. Son pocos los nombres importantes del club que lograron mantenerse al margen de esta batalla entre Riquelme y Macri. Todos juegan a algo. Todos saben que el asunto tiene pinta de batalla final.
En algún momento eso pasará y Boca tendrá que pararse de frente para asumir nuevos desafíos. Porque aún con una avalancha de votos favorables a Riquelme que consoliden a la línea oficialista, los fanáticos de Boca saben que hay diferentes zonas en las que el club precisa corregir rumbos o directamente cambiarlos.
Finalista de la Libertadores y un plantel desgajado
Esto es fútbol y es fútbol en la Argentina: si Boca Juniors hubiera ganado la Copa Libertadores contra Fluminense en Río de Janeiro, este escenario de elecciones suspendidas no sucedía. Probablemente tampoco Macri hubiera estado en la fórmula. Un contrafáctico pero no tanto si sabe como los resultados del campo de juego influyen en la gestión. El campeón es un fenómeno y el finalista un boludo. Así funciona.
“El plantel actual vale un 40 por ciento menos que el de 2019 cuando dejó el club la gestión anterior”, dijo Andrés Ibarra. Veamos números de Transfermarkt sobre la valuación de los planteles de Boca Juniors:
2019: 201,05 millones de euros. Promedio edad: 24,8 años.
2023: 79,53 millones de euros. Promedio edad: 28,1 años.
Menos valor del plantel en cuatro años y un promedio de edad más alto -lo cual no es malo- son las fotografías finales de cada ciclo. Ibarra fue más allá todavía: aseguró que Boca perdió 35 millones de dólares en función del manejo de contratos y salidas libres de futbolistas en estos cuatro años.
La política de contrataciones y salida de futbolistas es uno de los aspectos más señalados en el ciclo del Consejo de Fútbol creado por Riquelme. La manera en que se potenció Boca Predio y el perfil de un club orientado a privilegiar a sus divisiones inferiores en la dinámica de alimentar al plantel de primera división, contrasta con la forma en que Boca sumó incorporaciones y se desvinculó de varios futbolistas. Alexis MacAllister fue el último en ofrecer material audiovisual sobre cómo sintió que lo trataron en Boca.
Es la parte más desconcertante ya que todo lo que sea “fútbol puro” es el principal activo que ofrece Riquelme como lider politico. Lo más positivo fue el desarrollo de Boca Predio como concepto para el club y que fue bien visto puertas afuera: que los futbolistas formados en el club terminen en la primera. La identidad de Boca se apoya mucho en esa premisa.
No se puede desconocer que Riquelme busca su presidencia tras un ciclo que se cierra con Boca sin influencia en el campeonato local, un plantel descompensado, sin Libertadores para 2025, sin cuerpo técnico y con una sensación instalada de que los entrenadores durante su gestión no tuvieron la suficiente autonomía en la toma de decisiones. Su nuevo mandato promete y ya avanza en el desarrollo de otras actividades deportivas del club, mientras que Ibarra-Macri enfocan su mirada exclusivamente en el fútbol.
Del otro lado lo que se aprecia es que, en la era de los datos, las decisiones también pueden ser puramente emocionales. El tandem Ibarra-Macri, en un año en el que Boca como mínimo debe fortalecer su juego y su plantilla para clasificarse a la Copa Libertadores en 2025, propone a Martin Palermo como entrenador si ganan las elecciones. Una propuesta que suena más a afinidad que a un plan deportivo, mientras Palermo se autogestiona gratuitamente ruido e interferencia como técnico de Platense.
Volver a ser una marca internacional y valorar mejor la marca
“Hace cuatro años que no tengo con quien hablar. Y eso que soy yo el que llama para pagar la licencia”, me confía alguien con conexión con una de las 50 escuelas que tiene Boca Juniors por el mundo. La noción de internacionalización de la marca de un club de fútbol -hablar de globalización es para muy pocos- todavía está representada por las giras que pueda hacer un equipo. Los amistosos y las copas internacionales tienen valor, pero forman parte de un plan estratégico que reconoce otros desarrollos previos. Nuevos negocios.
Boca tiene un mundo para conquistar. El club argentino que en el fondo de su registra la primera gira internacional en 1925, se debe un nuevo plan estratégico para que su marca vuelva a tener predicamento en el orden internacional. Boca estaba en el mapa de clubes como Arsenal y Bayern Munich para sus amistosos de pretemporada europea. Jugaba esa liga en función de su influencia en Sudamérica.
¿Por qué esto es importante? Porque esa búsqueda de mercados internacionales puede contribuir a mayores ingresos que mejoren la infraestructura del club. Que un token o cualquier otro activo digital comprado al otro lado del mundo impacte en la calidad de la experiencia de estadio del fanático local.
Las expectativas de marketing y comerciales de Boca han quedado encapsuladas en el consumo interno y reducidas a la performance deportiva. Boca estuvo más de un año y medio sin sponsor en su camiseta hasta la aparición de Betsson -contrato por un año estimado en 7 millones de dólares-. Binance y Socios fueron dos compañías que no pudieron cerrar acuerdos cuando el dinero estaba sobre la mesa. Boca tuvo como sponsor a Garbarino cuando la compañía ya estaba en concurso de acreedores. Fueron temas de conversación obligado en las mesas de café de los marketers argentinos.
“Nosotros antes le seguíamos el ritmo del marketing a Boca. También estuvimos un tiempo sin sponsor en la camiseta. Puede pasar. Ahora vemos que del otro lado no hay mucho ruido. Somos rivales a muerte siempre, pero precisamos que del otro lado pase algo con las marcas. Si ellos van para arriba, nos obligan a nosotros a ir para arriba”, me comentaba alguien de River poco antes del Mundial de Qatar. River y Boca se miran y se miden en todo. Y River acaba de entregar un balance económico con superavit por más de 52 millones de dólares y con inversiones totales en diferentes áreas del club, incluido el estadio, por 152 millones de dólares.
La política comercial de un club tampoco es un todo vale. En tiempos de gestión profesional, de direcciones deportivas en la toma de decisiones, tratar de normalizar lo del “9 de Qatar” para satisfacer un sponsor como pretendía Macri, no es un asunto creíble para un club de la jerarquía de Boca. Al fin y al cabo, la experiencia Takahara en 2001 no fue un caso para celebrar: Bianchi lo puso solo en 6 partidos como titular, en otro fue suplente. y el delantero japonés hizo un solo gol, el sexto de un 6 a 1 de Boca contra Lanús.
Takahara no representó nuevos negocios para Boca en Japón ni para la creación de un fandom. Pero en 2001 la llegada de un futbolista de otro mercado se creía suficiente y el público compraba. En 2023, con tanto marketing deportivo que corrió por debajo de tantos puentes, la manera de capturar o mantener sponsors se ha vuelto más sofisticada.
En el video se puede ver todo lo que Riquelme intentó por Takahara.
Boca acumula más de 22 millones de seguidores en redes sociales y trabaja de modo más directo su vínculo con los fans en WhatsApp donde ya tiene 2.6 millones de seguidores sumados en menos de 3 meses. El próximo paso debería apuntar a engrosar su plataforma de patrocinios y desplegar una estrategia internacional para llegar a nuevos mercados. Algo que en Boca está dormido desde hace casi una década.
Una solución para el estadio
La gestión de Ameal y Riquelme mejoró el campo de juego, corredores internos del estadio y zonas de gastronomía. La dejadez era total. Pero una reforma de La Bombonera por mejoras en su seguridad y más capacidad para sus hinchas es un aspecto ineludible para cualquier gobierno futuro del club.
“Tomaré mate con los vecinos en sus casas para ver que quieren. Son las casas de cada uno y nadie puede obligar a otro a irse de su casa”, dijo Riquelme como acción futura para una reforma con la compra de las viviendas aledañas. El mate no es amigo de las tensiones y las habrá. Al margen de los arreglos, reformas parciales y nueva estética de sectores entre 2019 y 2023, no hay un plan claro con respecto al futuro de la Bombonera desde el oficialismo. El oficialismo da vueltas con el tema desde antes del 2019.
Aquí es donde Ibarra y Macri desarrollan con mayor audacia la propuesta de futuro. Un nuevo estadio para 105 mil espectadores en el predio de Casa Amarilla. Tabula rasa. Cuando se les pidió precisiones de costos el estimado llega a los 390 millones de dólares. Y si todo saliera más que bien, en el último año de su gestión ya estaría listo.
“¿Quiénes la ponen y a cambio de qué?”, le preguntó el Chavo Fuks en ESPN. Macri dijo que hay capitales norteamericanos y árabes dispuestos a invertir a cambio de una explotación, según se entendió, del “sobrante de su capacidad”. Viendo la tendencia de los grupos inversores y de los fondos que llegan al fútbol europeo, se intuye que habla de algún acuerdo para que puedan explotar el estadio como un activo. Ademas del naming right del nuevo recinto.
Muy brumosa la explicación. Nada que suceda en el fútbol argentino con sus reglas de juego actuales. Ahí es donde vuelve a crecer la idea de privatización del club y el riesgo de hacerle lugar a las SAD. No importa tanto si eso es factible o no. Lo que importa es lo que el hincha o el socio interpretan por la llegada de capitales extranjeros. Riquelme lee bien ese viento y por eso lo sumo con claridad a su mensaje: “Nunca lo tuve tan claro: quieren el club para después vendérselo a cuatro extranjeros que no sé quiénes son”.
Fallan en su diagnóstico aquellos que utilizan el instrumental de la industria del fútbol de otros mercados cuando sugieren que el fútbol argentino podría desbloquear un nuevo nivel de organización y despliegue económico si permitiera la creación de sociedades anónimas. Ya hemos comentado el asunto anteriormente. Con el actual ordenamiento jurídico que tienen los clubes en manos de sus socios, es posible desarrollar líneas de ingresos que mejoren la economía de los clubes.
En Boca puede caer bien la idea de un nuevo estadio, pero nadie sentimentalmente se quiere desprender de la Bombonera. Y nadie tiene garantías que con un nuevo estadio, dentro de 10 o 15 años, no aparezcan voces que digan que es costoso e innecesario mantener dos estadios juntos. Es un dilema hacia adelante difícil de resolver.
Macri y Riquelme están inmersos en la batalla final. Boca no puede votar -al menos hasta el momento en que hicimos este newsletter- y no puede elegir su futuro. La batalla es futbolística, política, ideológica y personal.. Boca está en medio de una disputa que Macri ve como una continuidad de los acontecimientos políticos argentinos. Riquelme la vive como un pacto emocional que tiene con los hinchas y hasta con su mamá. Nada y nadie quedan afuera de esta contienda.
Luego de las elecciones presidenciales ganadas por el outsider Javier Milei -que tampoco se quedó afuera del debate, ver imagen superior- las elecciones en Boca están a la altura de los hechos trascendentes de la Argentina.
Milei y Macri de un lado. Massa y Riquelme del otro. Macri vs. Riquelme quedó como la gran pelea de fondo con una enorme carga de significado político, social e identitario.
No traten de entenderlo. O mejor sí: porque la dinámica de los procesos futbolísticos y sociales en la Argentina son muy complejas, y cuántos más seamos tratando de entenderlas, mejor será el fútbol que tengamos.
Hasta la próxima,
mg.
El negocio del fútbol se mueve por la pasión, pero sería un error creer que esta no juega también en el terreno de la política. Y ahí Riquelme sigue sumando activos, a los que ya adquirió en su época como jugador. No sólo creo que el oficialismo va a ganar las elecciones, sino que además Macri se está cerrando las puertas a futuro para el club, al menos si depende del voto de los socios.