París 2024: la desmesura chic de una ceremonia de apertura provocadora y no apta para indiferentes
Cuatro horas del espectáculo más ambicioso de la cultura moderna, que desafió un mal de la época: aburrirse solo porque algo es muy largo. De la icónica Torre Eiffel a un show iconoclasta y original.
La ceremonia de apertura de París 2024 probablemente haya sido el espectáculo musical, artístico y deportivo más ambicioso de la cultura moderna. Su puesta en escena precisó de seis kilómetros del río Sena y de todas las calles y avenidas de París para ubicar a espectadores que pagaron sus tickets y público casual que solo tenia que salir a la calle y ver, para la medianoche del viernes 26, cómo la Torre Eiffel disparaba rayos en todas direcciones.
París es una ciudad insolentemente bella, que siempre hace saber a quien la visita que no pasará desapercibida. Otras ciudades europeas no emiten ese mensaje con tanta elocuencia. París tira por la cabeza todo ese esplendor. Contarlo en el lugar, “desde adentro”, es uno de los enfoques del asunto. Solo que esta vez no hubo un adentro ya que buena parte de la ciudad fue el territorio para todo el despliegue que suele concentrarse en el interior de un estadio. El concepto de la obra -que lo fue- fue absolutamente pensado para la televisión, que otra vez dio una muestra de su robusta existencia. Televisión para ver el espectáculo, streaming para recuperar los mejores momentos.
Yo particularmente esperaba esa desmesura chic para la primera ceremonia de la historia de los Juegos Olímpicos fuera de un estadio. Fueron cuatro horas de desfile de las 85 embarcaciones con atletas y oficiales de equipos con sus saludos y banderas agitadas desde la cubierta. Pero la trama de todo el evento se construyó con el desarrollo de 12 cuadros artísticos que sobrecargaron el espectáculo hasta llegar al momento reconocible de cada uno de los Juegos: el trecho final de la antorcha que en este caso tuvo un pool de celebridades olímpicas subidas al mismo barco -en este caso la expresión es literal- como fue el caso de Rafa Nadal, Serena Williams, Nadia Comaneci y Carl Lewis.
Desde lo artístico y desde el prisma deportivo, el acontecimiento quedó como está el mundo: con gente encantada y gente ofendida. El desfile de los atletas no fue el centro de la atención, porque tal centro no existió. La memoria es traicionera en estos casos. De Londres 2012 a las Spice Girls, Mister Bean, los Arctic Monkeys y Paul McCartney; de Río 2016 el paso cadencioso de Gisele Bundchen en el tributo a la Garota de Ipanema. El momento de los atletas es en realidad el recorrido por la pista con saludos y selfies. El registro emotivo puede llevar a pensar que en París 2024 faltó lo que en realidad nunca abundó en otros casos.
En función del abultado programa artístico, es cierto que a la ceremonia de apertura se le traspapeló el detalle de algún atleta en especial, pero las cuatro horas de espectáculo, con un concepto nunca antes presentado, mostró ese sacrificio.
No haré la cronología del espectáculo que todos vieron -me puedo equivocar, pero si leen esto entiendo que vieron la ceremonia-, pero si algo tuvo el show es que frente a uno de los íconos más fuertes del planeta como la Torre Eiffel, la apertura fue totalmente iconoclasta. Atrevida y desmesurada por lo ambiciosa. Ninguna partícula de la historia de Francia quedó fuera de todo el muestrario.
Todas las palabras fueron dichas. Algunas emblemáticas como Liberté, Égalité y Solidarité. Pero también todo el glosario que refiere a la diversidad, la inclusión, la equidad y una visión de la vida que Francia no parece dispuesta a resignar: las mayorías son conformadas por todas las minorías. Todo eso fue evidente en la ceremonia: del Can Can a las drag queens, una ceremonia desbordante y provocadora.
Para revisar el sentido histórico y cultural de lo que vimos, recomiendo este hilo que se detiene en cada uno de esos highlights franceses. Solo una referencia: las transiciones por los tejados de París con el personaje identificado con el videojuego Assassin's Creed y que porta la antorcha, cobra mucho sentido ya que Ubisoft, publisher de ese título, fue uno de los donantes para la reconstrucción de la Catedral de Notre Dame incendiada en 2019.
En estas horas, en París, una de las FAQ es “¿qué te pareció la ceremonia?”. Los comentarios son positivos por el despliegue del evento en toda la ciudad, el impacto en el pecho y en los ojos al verlo de cerca y no tener que atravesar el corredor de opiniones y quejas que pueden venir desde las televisoras o el zumbido de “X”. Un riesgo latente es que un día creamos que las cosas realmente son como se las cuenta allí y que Twitter es más grande que la vida.
Todos vemos todo y sabemos todo, pero el lugar de los hechos sigue siendo sagrado. Para muestra alcanza este detalle de un sniper apostado justo encima del palco principal. A la custodia de Macron, Bach y el resto de los mandatarios que ocupaban ese lugar.
Fue un desborde descomunal de un espectáculo de 4 horas, para un mundo que ya no está listo para soportar nada que dure cuatro horas. Uno de los grandes desafíos es no dejarse ganar por el aburrimiento de la época sino por, concedamos, un aburrimiento genuino. De principio a fin, la apertura de París 2024, ganó la prueba de la capacidad de atención de un espectador deportivo. María Antonieta y Minions. Catacumbas y guillotinas. Gojira y Celine Dion. Zinedine Zidane y los niños skaters. El COI todavía contempla que su audiencia va de los 0 a los 99 años y quiere contener a todos con su mensaje.
Se tomaron cuatro horas para intentarlo. El resto, son gustos.
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Dejo para el final estos datos clave de lo que implicó la ceremonia:
170 cámaras se utilizaron para la cobertura del evento.
200 días de ensayo se utilizaron para preparar la ceremonia.
85 barcos participaron en el desfile acuático.
Se instalaron 71 pantallas gigantes a lo largo del recorrido.
Participaron 6.800 atletas de 205 países.
1.000 altavoces estuvieron distribuidos a lo largo del Sena para construir la experiencia auditiva.
El recorrido tuvo una longitud de 6 kms, desde el Pont d'Austerlitz hasta el Pont d'Iéna.
320. 000 espectadores asistieron desde 124 gradas, con una superficie total de 20.000 m² de instalaciones dedicadas a esos espectadores.
Se utilizaron 2.000 trajes, incluidos los de 1.800 artistas.
20.000 personas involucradas en la Ceremonia de Apertura.
3.000 m² de escenarios dispuestos para el evento.
En los próximos días contaré más detalles de los Juegos Olímpicos. Por ahora un avance de algo que experimenté en la Villa Olímpica: una activación de La Poste -el correo postal de Francia- y que es uno de los sponsors de estos Juegos. Con una fotografía personal se puede generar un sello postal y que tiene valor para el envío de una carta. Se ve que todavía aquí se envían cartas.
En otro sector está la posibilidad de hacer una experiencia gamificada del recorrido de un cartero en bicicleta. Muy demandada esa propuesta también:
Si les gustó el contenido, pueden compartirlo. Hasta la próxima.
mg.
Maravillosa reflexión. Tan inteligente como París. Muchas felicidades.