Un newsletter cómo este, hace 20 años, si es que tenía sentido hacerlo, hubiera comenzado con algo más o menos así: "Cada fin de semana, cuando un fanático del deporte se sienta en su sillón para ver a su equipo favorito...". Atrasa mucho. En este instante, el deporte espectáculo no se localiza los fines de semana: es una secuencia que no se detiene nunca y cuando se detuvo (pandemia) casi pone al borde de la quiebra a algunos clubes y dejó saldos comprometidos en ligas poderosas. Excepción hecha del fútbol argentino donde algunos clubes dieron superavit operativo y pagaron sueldos a tiempo: al no tener que abrir sus instalaciones, ni organizar partidos o brindar servicios, sus cuentas mejoraron. Cuando volvió el juego, retornaron los problemas. No se rían, deberíamos llorar.Pero el asunto de esta semana es otro. El deporte como entretenimiento genera una oferta constante que no admite tiempos muertos. Nunca "no hay" un partido interesante. Si nos guiamos por los tuiteros del fútbol, a todos parece interesarles todo, todo el tiempo. Semejante intensidad es imposible encapsularla en los fines de semana.Sobre esos espectáculos deportivos que se montan con atletas bien entrenados, profesionales de lo que hacen, jugadores de elite que consiguieron lo que otros ni soñaron, detrás de esa escena que llega por TV o por streaming, "corren" los servicios de las compañías tecnológicas, endémicas del deporte, que dan soporte a clubes, federaciones, ligas y equipos.No son tan conocidas como indica el "top of mind" cada vez que se piensa en las marcas habituales de la tecnología, pero hay que imaginarlas como el tablero de control imprescindible que monitorea las acciones en los campos de juego. Son los boxes y la puesta a punto de los cuerpos humanos. La telemetría de los pases geniales y de los errores en el retroceso de una defensa. Los ojos que todo lo ven y lo analizan. Lo que el entrenador y el propio jugador creen que saben, pero no.Hay una historia para contar con respecto a las compañías, que abarcan en algunos casos la performance de los atletas y en otros se ocupan de la creación de contenidos, softwares y sistemas de cámaras varios, datos para análisis de rendimiento y las apuestas.Cada tanto también salen de shopping. Y este es uno de esos momentos.
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Un newsletter cómo este, hace 20 años, si es que tenía sentido hacerlo, hubiera comenzado con algo más o menos así: "Cada fin de semana, cuando un fanático del deporte se sienta en su sillón para ver a su equipo favorito...". Atrasa mucho. En este instante, el deporte espectáculo no se localiza los fines de semana: es una secuencia que no se detiene nunca y cuando se detuvo (pandemia) casi pone al borde de la quiebra a algunos clubes y dejó saldos comprometidos en ligas poderosas. Excepción hecha del fútbol argentino donde algunos clubes dieron superavit operativo y pagaron sueldos a tiempo: al no tener que abrir sus instalaciones, ni organizar partidos o brindar servicios, sus cuentas mejoraron. Cuando volvió el juego, retornaron los problemas. No se rían, deberíamos llorar.Pero el asunto de esta semana es otro. El deporte como entretenimiento genera una oferta constante que no admite tiempos muertos. Nunca "no hay" un partido interesante. Si nos guiamos por los tuiteros del fútbol, a todos parece interesarles todo, todo el tiempo. Semejante intensidad es imposible encapsularla en los fines de semana.Sobre esos espectáculos deportivos que se montan con atletas bien entrenados, profesionales de lo que hacen, jugadores de elite que consiguieron lo que otros ni soñaron, detrás de esa escena que llega por TV o por streaming, "corren" los servicios de las compañías tecnológicas, endémicas del deporte, que dan soporte a clubes, federaciones, ligas y equipos.No son tan conocidas como indica el "top of mind" cada vez que se piensa en las marcas habituales de la tecnología, pero hay que imaginarlas como el tablero de control imprescindible que monitorea las acciones en los campos de juego. Son los boxes y la puesta a punto de los cuerpos humanos. La telemetría de los pases geniales y de los errores en el retroceso de una defensa. Los ojos que todo lo ven y lo analizan. Lo que el entrenador y el propio jugador creen que saben, pero no.Hay una historia para contar con respecto a las compañías, que abarcan en algunos casos la performance de los atletas y en otros se ocupan de la creación de contenidos, softwares y sistemas de cámaras varios, datos para análisis de rendimiento y las apuestas.Cada tanto también salen de shopping. Y este es uno de esos momentos.