👍👎 Por qué Piqué tiene razón y por qué Piqué no tiene razón
El fútbol sumergido en la cultura de la satisfacción inmediata debe dar la batalla por la atención y saber esperar: un día la Gen Z también va a querer ver los 90 minutos en el sillón del living.
Todos creemos tener la misma noción sobre cómo era el fútbol y cómo es ahora. Pero sucede que el espejo retrovisor no nos muestra el mismo pasado y es ahí donde empiezan los equívocos. Donde suele haber coincidencia es en la caracterización del presente: el fútbol ahora es peor que el de antes. El mayor lugar común en la historia del fútbol. Ese antes es diferente según la generación que lo mencione.
Si “el fútbol como debe ser” (gran slogan adoptado por Bundesliga) es el que era cuando lo conocimos en la niñez y por eso todo nos fascinaba, debemos ser un poco más comprensivos y entender que en el nuevo siglo algunas cosas han cambiado. Entre ellas está el approach que la niñez actual tiene hacia las usinas generadoras de cultura, entretenimiento y diversión. El fútbol no escapa a eso y ahí está el gran cambio: antes el fútbol escapaba a todo.
Ese paraíso perdido del pasado (al que no siempre se lo extraña porque haya sido mejor, sino porque queda atras y no se puede recuperar, entonces se activa la nostalgia como antídoto) debemos convenir que no es el mismo para todos y una vez que lo entendamos, muchos se quedarán más tranquilos.
¿Dónde queda exactamente el fútbol como era antes? ¿Está adelante o atrás de la “T” de Torneos? ¿Antes o después de Olé? ¿En la colección de El Gráfico antes de Aldo o después de Aldo? ¿En el clivaje de cual aviso de Nike o de Pepsi? ¿En el achique de Menotti o Guardiola?
No es lo mismo si un chico conoció el fútbol en los noventa, los ochenta o los setenta a que si un chico o una chica ahora se aproximan en medio de sus comportamientos instagrameables o sus rutinas tiktokeras. Ya solo por eso solo este presente es mejor que aquel pasado: las chicas abiertamente se interesan por el fútbol y hay mercados y entornos que lo contemplan.
Entonces lo que añoramos no es un fútbol que tuvimos en común, sino la ficción de un pasado parcialmente compartido con los propios de una generación. Puede que no nos guste todo lo que pasa ahora, pero algunas cosas definitivamente han evolucionado. Otras tal vez las hemos perdido.
Interpreto que algo de eso también le puede pasar a Gerard Piqué.
⚽Consumos del fútbol: por qué Piqué tiene razón y por qué Piqué no tiene razón.
Las declaraciones de Gerard Pique que produjeron cierta comezón fueron parte de una entrevista con The Times. Piqué volvió sobre la clásica descripción que se hace en estos tiempos sobre cómo las nuevas generaciones se aproximan al fenómeno del fútbol. La síntesis de sus declaraciones esta en estos textuales:
"Puedo mirar algún partido importante de la Champions... ¿Pero el vigésimo quinto partido de una liga? No lo veo. Algunos del Barcelona, cuando puedo, pero no veo 90 minutos, quizá 30 o 40 minutos. Es una tendencia, está pasando, es imparable y vamos a tener que adaptarnos"
"El otro día me puse unas gafas de realidad virtual. Estaba en pijama en casa, listo para irme a dormir, y vi un partido de la NBA desde la cancha. Cada año estos productos mejoran. Habrá un momento en el que te pongas estas gafas y será igual que estar en el estadio, excepto que podrás decir: '¡Ahora quiero sentarme al lado de Xavi! ¡Ahora quiero mirar desde detrás del objetivo!'"
"El fútbol compite con Netflix, Amazon, YouTube, TikTok. Cada uno tiene su límite de tiempo. El fútbol durante 90 minutos ya no es tan emocionante. Los clubes pagarán a los aficionados para que vayan al estadio, porque la experiencia en casa, en pijama, con galletas en el sofá, es incluso mejor que ir al estadio".
Tal vez lo más chocante sea que la reflexión de Gerard Piqué viene de alguien que construyó una carrera (en consecuencia un nombre con autoridad para decir y ser escuchado) desde el campo de juego, en equipos inolvidables y puede resultar molesto que desde ese origen parezca que hay cierto desapego hacia eso que le permitió ser quien es.
Pero de todos modos eso no tiene por qué obligarlo a cambiar su punto de vista con respecto a lo que suceda con el fútbol como entretenimiento en esta época. Su perspectiva como empresario es coherente con su mirada actual: su compañía entendió que debía crear un nuevo formato deportivo con espíritu de gaming y estrategia comunicacional de videojuegos para transformar su creación en un suceso indiscutible para las nuevas generaciones: Kings League. No había chances de que eso sucediera con un deporte reglamentado y encorsetado en los parámetros tradicionales. Lo conté en un episodio del podcast en solitario el año pasado.
Pero las declaraciones de Piqué, que son recientes pero no nuevas en cuánto a su modo de ver el fútbol como parte de la industria del entretenimiento y especialmente de la distracción, abren una gran cantidad de vertientes que pueden servir para clarificar ciertas ideas.
La idea de que el fútbol compite contra Netflix, TikTok, Amazon y cualquier otra versión de nuevos contenidos apalancados en la tecnología, no debe ser tomada como algo literal. No es una competencia directa, sino bajo el ya célebre paradigma de la época: la batalla por la economía de la atención. Ya lo dice otro lugar común de grandes compañías de medios, entretenimiento y consumo: “competimos contra el sueño de las personas”.
Esa competencia a tal punto no es literal, que Netflix, TikTok, Amazon, Apple y las demás tienen sólidos y lucrativos “partnerships” con diferentes organizaciones del fútbol.
Lo que también es cierto es que esas alianzas en ocasiones tienen al fútbol -o al deporte- como un insumo para otros fines: cosecha de suscriptores, marketplace de productos, venta del tiempo de atención para permanecer en redes y plataformas.
El fútbol en otros tiempos era el vector único, cultural y por tradición que organizaba el ocio y el tiempo libre de chicos y grandes. Ese concepto es el más fuerte se ha trastocado: el fútbol todavía está ahi, pero ya no está solo. Es único como experiencia, pero ya no es la única experiencia.
El fútbol ya no es solamente “ir a la cancha”. Al fútbol se puede llegar por los videojuegos, comprar camisetas, mirar redes, comprar tokens, apostar en aplicaciones y no pisar nunca una cancha. El fútbol puede ser totalmente digital en todo ese proceso sin que jamás se huela el “verde césped” en ninguna parte de ese recorrido. De todos modos, el fanático está del lado de adentro del fenómeno y no afuera.
El fútbol y la enorme cantidad de estímulos que están desplegados para ofrecernos alguna clase de entretenimiento, están inmersos en una época en la que la batalla por la monetización del tiempo de las personas existe, entre otras cuestiones, porque el rango de atención cada vez es más intermitente.
“The state of the culture” (ver imagen superior) es un provocador artículo de Ted Gioia que describe el estado de situación en la cultura, en función de que el consumo de cosas está diseñado para cumplir con la satisfacción inmediata. Matías Baldo mencionó esa problemática (lo es) y lo apuntó en este hilo cuando Piqué dijo lo que dijo. La dopamina se activa con intereses que siempre tuvimos pero que ahora deben ser satisfechos de un modo inmediato. La paradoja es que la búsqueda instantánea de diversión, ponernos en manos de las plataformas para que nos provoquen placer, nos puede depositar en un estado de anhedonia que solo se calma con más scrolleo hacia la nada. Nada nuevo, pero a otra escala: ya en 1965, los Rolling Stones planteaban el asunto en “Satisfaction”. Solo que entonces el mundo iba a velocidad de tortuga y los vacíos existenciales se transformaban en cartas, diarios íntimos y no en posteos en redes sociales.
Cuando Piqué describe el modo en que sus hijos se aproximan al consumo del fútbol, también hay que tomar con pinzas la sentencia: se trata del hogar de un futbolista y el asunto ya viene con sesgo. El fútbol no significa lo mismo que en otras casas. La mirada ideal entonces es la de tratar de proyectar qué pasa con el fenómeno deportivo inmerso en esta cultura que nos toca vivir. Porque describirla y admitirla no significa acompañarla y justificarla. Pero es así como están echados los dados.
El consumo de contenidos -lo he escrito un montón de veces- se da en un loop incesante; en ese contexto, 90 minutos de un partido de fútbol pueden representar mucho tiempo o poco, de acuerdo al grado de involucramiento que uno tenga hacia esa atracción. ¿Y si no todos los jóvenes prefieren mirar cómo otros juegan en lugar de usar ese tiempo para hacer algo? ¿Y si prefieren, cómo ya sabemos acompañar la visión parcial de un partido con una actividad complementaria?
Ese es el desafío de la época. De eso se habla en cada sector de la industria del fútbol. No es una ocurrencia de Piqué. Cuando escribí sobre el asunto en X, me encontré con pensamientos y respuestas interesantes de otros tuiteros. El saldo que me quedó fue el siguiente:
Se dan argumentos desde la postura irreductible de ser hincha para explicar TODO el fútbol. Y esa es una parte.
Si el fútbol como diversión para las nuevas generaciones perdió a sus espectadores neutrales que compraban el paquete completo del deporte, entiendo que ahí sí existe una pérdida objetiva. El rescate de ese interés será parcial y el fanático será el que sea.
No interesa tanto “el fútbol”: lo que más importa es cómo me involucro con él. Interesan quizás solo algunos jugadores, el videojuego, algunos clubes y algún gol. Tal vez no importen tanto como marchan las ligas y las tablas de posiciones. Quien crea que eso implica no interesarse en el fútbol, está viviendo en 1993.
Interesa lo que el fútbol provoca en mí y eso no es la totalidad del fútbol. Podemos conectar y desconectar de cada gol visto en un reel. De cada tuit de los “gordos” en joggineta que se creen geniales y no lo son. De cada influencer. De cada corte de una entrevista interesante. Puede interesar el fútbol, pero solo como consumo snack. No está mal.
Acá aparece la gran pregunta que se hace toda la industria deportiva: “¿Quién paga la fiesta de la neutralidad ocasional?” ¿Cuántos partidos NO vistos son suficientes para que un gran partido inesperado justifique todo los que no vemos?
Antes el mundo no tenía otros estímulos para llenar ese espacio. Ahora tiene millones. Entramos y salimos de esas distracciones
Esto último es lo nuevo y a la vez el gran drama. El juego no tiene la culpa, ni es el problema.
Los cambios de comportamiento con respecto al fútbol como espectáculo todavía no terminan de consolidarse y por eso quienes toman decisiones con respecto al negocio, no dejan de darle vueltas al asunto.
Si pudiera, le diría a Piqué que no deje de llevar a los pibes a la cancha. Por que todo integrante de la Gen Z más adelante será un adulto que ocupará el sillón del living con la aspiración de ver el partido, sin que lo molesten. Con gafas, con realidad aumentada, como fuera, pero con los 90 minutos en vivo en el corazón de la propuesta.
Hay mucha gente pensando y trabajando para que eso no se termine.
Conmebol entregará más de 400 millones de dólares en 2024
Un volumen de 416 millones de dólares será el total en premios que CONMEBOL entregará en 2024 en todas sus competiciones oficiales, incluída la Copa América. El dato más notable es lo que ganará el campeón de la Copa Libertadores: 23 millones de dólares, cinco millones más que en 2023. Los premios acumulados de Copa Libertadores subieron más de 20 millones de dólares de un año a otro.
NBA League Pass incluye apuestas en pantalla en una triple alianza tecnológica
NBA y Sportradar implementaron una nueva funcionalidad en NBA League Pass que permite la integración de contenido de apuestas deportivas directamente en la plataforma de transmisión en vivo. Este agregado ,desarrollado a través de emBET, la solución over-the-top (OTT) de Sportradar, está disponible en jurisdicciones donde las apuestas deportivas son legales. Los usuarios pueden ver y seleccionar apuestas dentro de NBA League Pass y el sistema los lleva, mediante un enlace integrado, hacia FanDuel o DraftKings, los socios de apuestas oficiales de la NBA. En otro newsletter hablamos acerca de las posibilidades de la nueva televisión deportiva interactiva y lo que hace NBA es un caso concreto de esa innovación.
Gracias por recibirnos. Si les gustó, nos pueden recomendar.
Importante: haremos una pausa hasta el 4 de abril.
Hasta la próxima,
mg.
Algunos pensamientos que podrían dar para temas enteros.
Creo que el Piqué que habla con la autoridad del futbolista es en realidad el Piqué empresario, con otros intereses.
El debate sin solución (mejor! así siempre hay espacio para mejorar) tiene un límite que se pierde en muchas industrias y es que el crecimiento no puede ser infinito. La facilidad para acceder a información hace que haya crecido el universo de seguidores casuales. También el de hinchas full time, si queremos llamarles. El problema es pensar que eso se extiende indefinidamente y a todo ritmo.
Después del encierro pandémico en casi todo el mundo, los espectáculos en vivo fueron revitalizados. Las plazas y canchas se llenaron de nenes y nenas jugando... un juego aburrido?