❌Por qué los fanáticos del fútbol no se entusiasman con la cultura de los datos
Una visita al universo de la métricas en el beisbol para cambiar el enfoque sobre cómo los datos del fútbol deben llegarles a los fans. No es inventar otro Moneyball: es invitarlos a un nuevo juego.
La prédica de los últimos diez años sobre el uso de los datos en el fútbol apunta esencialmente a la utilidad. Deben tener una finalidad. Deben servir para algo: elevar la discusión, entender mejor el juego, comprender por qué un técnico hizo ciertos cambios, analizar un proceso de toma de decisiones. Los datos ayudan a entender y para eso están ahí.
La justificación es la misma del médico que le dice al niño que comer verduras hace bien, justo cuando la mamá le prometió ir a McDonalds si se portaba bien en la visita. Aunque las utilidades conducentes son ciertas e irreprochables, parecen haber sido diseñadas exclusivamente para quienes tienen la aspiración de conseguir un vínculo profesional con el fútbol. Hablamos de la sociedad futbolística ampliada: directores deportivos, analistas, entrenadores, ayudantes de entrenadores, directivos (pocos, pero algunos los usan), agentes, docentes de cursos y finalmente representantes de los medios de comunicación (casi tantos como los directivos: muy pocos).
¿Pero qué pasa cuando un fanático del fútbol no tiene interés en los datos ó en ese uso que los datos permiten? En mi visión hay un partido trabado ahí, ni siquiera un empate. Porque se apela solo a la insistencia de comer verduras para intentar romper la pared.
Se prometen más datos, nuevas acciones a medir al estilo de los goles esperados, como el gran genérico para entender el concepto. El descubrimiento de mejores insights que explican cosas que no sabíamos, pero que al final se apilan como los libros de una biblioteca a la que casi nadie entra.
El metamensaje es que los hinchas se están perdiendo cada vez más ejemplos basados en datos y en consecuencia cada vez saben menos. Porque si los datos sirven para saber más sobre el juego, no tenerlos sería una forma de ignorancia. Mal enfoque.
¿Puede haber una estrategia “directa al consumidor” de las ligas, federaciones, clubes y hasta de las compañías para que los fanáticos se aproximen a los datos de otra manera? ¿Hay espacio para pensar fuera de la caja para que los fans del juego reciban esa información y vean qué pueden hacer con ella?
La MLB conmigo lo consiguió. No sigo especialmente el béisbol, me interesan más sus historias paralelas, sus innovaciones, que el juego mismo. Soy más seguidor de los reportes sobre su lucha estratégica por seguir vigente en las nuevas generaciones que la marcha de sus más de 160 partidos. Aunque creo que sé apreciar lo que es un buen bateo y posterior jonrón.
Pero la manera actual de comunicar a través de los datos, intuyo que producirán alguna nueva forma de fanatismo en mi. Y los hinchas de fútbol también merecen algo así.
No es otro Moneyball: lo que el fútbol puede aprender del béisbol para no perder la batalla de los datos con sus fanáticos
No vamos a comparar al fútbol con el béisbol, porque el fútbol ya cayó en esa trampa. La necesidad de ejemplificar con casos conocidos todo aquello que precise de una etiqueta (“el Messi de las finanzas”, el “Airbnb de los autos”, “el Netflix de los cursos de educación”), motivó que toda experiencia disruptiva en el fútbol relacionada al uso de los datos fuera una especie de Moneyball.
El fútbol tiene su propio universo de los datos. Mucho más limitado que el béisbol y menos impregnado en la cultura de los fanáticos hacia el deporte. Porque esa es la verdad: los datos son constitutivos del béisbol. No hay conocimiento de ese deporte sin apelar a los datos. Durante décadas fueron las estadísticas. Desde el comienzo de este milenio son las estadísticas avanzadas a niveles increíbles. (Ver este artículo de 2017)
Rodear de datos a los fanáticos del béisbol es sencillamente darles el deporte mismo. El fútbol requiere de un trabajo extra. Todavía con un alto nivel de rechazo y estrategias de alcance masivo para el entusiasmo por los dagtos que merecen ser revisadas. Ya sabemos que comer verduras hace bien, pero los fanáticos todavía se resisten a incorporarlas a su dieta definitiva.
Este texto se disparó a partir de mi cruce con esta cuenta de X: Home Run Report. Uno de los verticales de la MLB en su amplificación de las estadísticas avanzadas del béisbol. Me encontré con la animación del home run número 46 en la temporada de Shohei Ohtani en el parque de los Dodgers. Un posteo cargado de datos y con un detalle final que me pareció fascinante: ese bateo hubiera sido home run en cualquiera de los 30 estadios de la MLB. (Hacer click en el video)
Statcast es la herramienta automatizada que la MLB instaló en los 30 estadios de la liga para analizar y trackear los movimientos, velocidades, ángulos y habilidades de los jugadores. El sistema fue implementado en 2015 y desde 2020 cuenta con el soporte de Google Cloud como socio de análisis de datos y procesamiento en la nube para la MLB.
En 2023, cinco de las doce cámaras de Hawk-Eye fueron reemplazadas por versiones más modernas que ajustaron la precisión y la captura de los datos. Alcanza con ver las transmisiones del béisbol de las grandes ligas para apreciar la nitidez y el enriquecimiento de las acciones a partir de los datos en pantalla. Luego en social media se transforman en insights como estos (click en el video).
MLB implementa Statcast para las franquicias, los socios de transmisión y especialmente para los aficionados. Aquí está el asunto central sobre una demanda que es plenamente satisfecha con recursos informativos y de entretenimiento pensados directamente para el consumidor:
Baseball Savant es una herramienta para que los aficionados accedan a todas las estadísticas avanzadas de la liga. Los fans no solo pueden hacer búsquedas, comparar y conocer insights del juego, sino que cuenta con Savant Illustrator para crear sus propios gráficos, tarjetas y análisis para luego compartirlos en sus redes sociales y publicaciones de su creación.
MLB también creó un blog de tecnología para aquellos que quieran conocer el funcionamiento de los algoritmos de análisis de juego, innovación en cámaras de alta velocidad y hasta métricas sobre como impactan los vientos y el clima en los diferentes estadios de la liga.
El término savant significa sabio. También puede ser traducido como erudito. Definitivamente el fanático del béisbol, el tradicional, lleva en su pasión por el juego el análisis de cifras y datos. Pensemos que cada vez que se produce un lanzamiento de la bola, hay 30 situaciones que se trackean con esa sola acción. Y es un deporte de movimientos mecanizados. De repetición. Todo produce patrones. Son ajedrecistas recreando cada partida que fue jugada alguna vez. Pocos deportes tienen semejante nivel de predicción. Ahí si hay big data.
La cultura del béisbol es la cultura de los datos. Lo tenemos visto en decenas de películas cuando hablan de las cantidades de carreras de los jugadores en una temporada. Nosotros rara vez mencionamos la cantidad de goles que hizo en un año cuando hablamos de Messi en las famosas charlas futboleras.
Aclaración: comer verduras realmente hace bien
La influencia de los datos en el fútbol hay que verla todavía como un amanecer. Hace apenas diez años se jugó el Mundial de Brasil 2014, tal vez el primero con una intención de ofrecer estadísticas como un aliado para el análisis. Si las revisamos ahora veremos que en el 7-1 de Alemania contra Brasil, los dos seleccionados tuvieron casi el mismo porcentaje de posesión. No había mucho más. Una época aún inocente para los analistas.
Ocho años después en Qatar 2022, la FIFA abrió su plataforma de datos para que podamos conocer estadísticas avanzadas que hasta incluyeron datos físicos de los futbolistas.
La explosión del uso de los datos en el fútbol encuentra muy buenos ejemplos en las diferentes ligas y en el andar cotidiano del fútbol. LaLiga progesa cada vez más con Beyond Stats en alianza con Microsoft y Premier League siempre tiene novedades junto a Oracle. Bundesliga y AWS no se quedan atrás. Datos frescos y reconocibles para la generación que creció como fan del fútbol en la era de los videojuegos.
Hay ejemplos globales y locales. El fútbol argentino, con tantas imperfecciones en su organización y la picarona falta de transparencia de sus arbitrajes, también tiene su estructura de datos que potencia las previas y los post partidos de cada fecha.
Las publicaciones en redes sociales nos permiten entender mejor algunas cuestiones del fútbol, tan célebre por su fácil comprensión como por su falta de lógica en ciertos resultados de acuerdo al desarrollo de un partido. Nada nuevo, puro lugar común. Pero ahora, por ejemplo, podemos saber cuántas interrupciones tuvo Colombia-Argentina en las eliminatorias sudamericanas y en que aspectos del juego (o mejor dicho, del no juego) se perdió más tiempo.
Comer esas verduras hace bien. Pero la misión de los datos en el fútbol precisa de nuevos enfoques para progresar y escalar hacia los hinchas. Los fanáticos del fútbol no se encuentran cara a cara con los datos. No tienen nada para hacer con ellos, excepto que estén tomando algún curso para algunas de las nuevas profesiones que tiene el fútbol.
Las métricas llegan a manos de los fans solo a través del procesamiento hecho por aquellos que saben del asunto. Circulan como piezas en redes sociales, artículos o reportes. Contenidos muy valiosos -que hacemos y haremos-, pero que llegan al fan a partir de lo que se supone debe saber o conocer. Un flyer más que pasa por debajo de la puerta del edificio, mezclado con otros que se acumulan en el piso.
Solo la sociedad futbolística ampliada le encuentra sentido al uso de los datos en el fútbol. Porque están únicamente definidos por su utilidad. Ni siquiera sirven en su totalidad para asuntos tan polémicos como las apuestas. Porque en realidad se ingresa a ese universo ingobernable del azar con la creencia de que allí se pone en juego cierta sabiduría. En béisbol, con sus patrones estadísticos a prueba de imponderables, podrá ser. En fútbol, no.
Abrir las compuertas e inundar a los fanáticos con datos tampoco sería una opción. Eso es el petróleo sin destilar. Imagino que las ligas tendrán sus costos ya hundidos como para disponibilizar los datos de sus partidos de una manera amigable y qué los fans produzcan sus propios contenidos con ellos. El deal de MLB con Google Cloud paga esas cuentas.
Creo que puede existir un uso intermedio como el que me permitió generar esa tarjeta de Shohei Ohtani con el Savant Illustrator que se ve debajo de este texto. La hice por pura diversión y no se si realmente explica algo. Pero la MLB me dio sus datos para jugar y casi nunca miro sus partidos.
Poner los datos en manos de los fanáticos del fútbol, solo por que sí, sin la pretensión de que sean mejores hinchas, puede ser un camino. Que intenten su propio jonrón. Tal vez con el tiempo se conviertan en fanáticos más eruditos y tengan fundamentos sólidos cuando opinen.
Porque hablar de deportes cuando se utilizan datos, siempre requiere de mayor responsabilidad y cuidado. Con la calentura del momento y la búsqueda de likes en redes, cualquiera habla de fútbol y muy pocos dicen algo distinto.
Un recuerdo para Melina Furman
El viernes 6 de septiembre murió la educadora, investigadora y divulgadora Melina Furman. Era muy joven: tenía 49 años. El impacto de su producción académica, sus logros, sus títulos y su influencia en los sistemas de enseñanza de Hispanoamérica, están muy bien descriptos en esta despedida escrita por Sebastián Campanario en el diario La Nación.
Supe de sus padecimientos y de su partida porque la conocía. Y especialmente porque me une una amistad de siempre con su esposo, Fabio, que ahora se queda para mantener vivo su amor y su recuerdo junto con sus dos pequeños hijos.
Melina deja una obra inmensa para aquellos que quieren saber como poner patas para arriba las maneras de aprender y enseñar: libros, charlas, programas de televisión, entrevistas, podcasts. Viajaba por el mundo porque se enteraba de nuevas formas de enseñanza en una escuela de España o Rusia -esto es literal- y quería saber de que se trataba el asunto y experimentarlo en persona.
Si quienes leen este newsletter quieren realmente hacer cosas innovadoras, los aportes de Melina son una caja de herramientas fabulosa para captar sus ideas, métodos y hasta tonos para facilitar el aprendizaje. Están ahí para ser usados.
En medio de ese dolor, recomiendo algunas de sus participaciones que ahora se encuentran fácilmente en YouTube.
-Entrevista: Melina Furman - Curiosidad extrema: entender a nuestro cerebro a través de experimentos
-Melina Furman - Aprender juntos -Aprender de Grandes
-Enseñar a tener ideas maravillosas: Charla TedxResistencia
-Cómo encender la chispa del aprendizaje. Melina Furman, bióloga y doctora en Educación
QEPD.
Si les gustó el newsletter, sería una gran cosa que lo compartan.
Hasta la próxima!
mg.
Los datos tienen el problema que parecen centrarse en los debates como un fin en si mismo. Y en realidad, son herramientas. Eso implica que no son todos para todos ni para todo. El ciclo de fuerza de un jugador a mí no me interesa como hincha, pero sí al entrenador. El dato de tiempo perdido por laterales al entrenador no le sirve para sacar conclusiones de la derrota pero sí al periodista para reforzar la idea del ritmo de juego, por decir algunos ejemplos.
Pero los datos no toman decisiones como parecen decir algunos extremistas para justificar o denigrar su uso. Y eso solo priva de la profundidad que pueden permitir
No conocí a Melina pero las dedicatorias y como describen su trabajo, uno puede hacerse idea de la gran persona y su legado. Abrazo a su familia y conocidos.