👌La dinastía Patriots: cómo debe ser un documental deportivo (casi) perfecto
Las plataformas están saturadas de docuseries deportivas, pero cuando una organización expone sus errores y se deja poner en aprietos, es cuando el contenido se vuelve relevante, único y definitivo.
La nueva época de contenidos distribuidos en plataformas de streaming y exhibidos de una manera no lineal, nos obliga a entender de otro modo el consumo del deporte. Mientras se vuelve vieja la discusión sobre si las nuevas generaciones miran o no los 90 minutos de un partido, o si hacen diferencia entre los juegos en vivo o en el formato on demand vía highlights, los contenidos deportivos se organizan bajo otras premisas.
Documentales y programas especiales ya nos son solamente el bonus que se suma a la arquitectura de los partidos en vivo de un campeonato. Son un cuerpo que tiene vida propia. Hay una agenda deportiva de consumo en plataformas que puede prescindir del vivo, para dar espacio a un nuevo fanático que adhiere a un deporte, le interesa y al que luego se le puede intentar vender un montón de cosas.
The Last Dance y Drive to Survive, los dos en Netflix, son dos ejemplos sobre cómo el pasado de archivo y el pasado reciente pueden remodelarse en un contenido deportivo que parece despertar el interés de un noticiero, tener la intensidad de una definición de campeonato y hasta oficiar con los códigos autorales de una telenovela con villanos, traiciones y redenciones.
Drive to Survive es un portal de conversión de fans casuales a fans leales de la Fórmula 1: ya conozco a dos esposas de amigos que tenían cero interés por las carreras y ahora están al día con los pilotos, las escuderías y las clasificaciones. ¿Qué eso no alcanza como muestra? Bueno, pensá en los dos que antes de las últimas elecciones te sorprendieron cuando te dijeron a quien iban a votar y luego confirmalo con el resultado del ganador. A veces no es necesario una muestra masiva para percibir el advenimiento de un fenómeno.
Pero en tiempos en que las plataformas nos saturan de contenidos deportivos, ¿qué debe tener un documental para ser relevante, original, auténtico y que saque la bola del estadio? ¿Qué debe tener una docuserie para ser identificada como la representación cabal de una organización deportiva en formato audiovisual?
Esa idea se me apareció, sin demasiado misterio para mi, luego de este posteo de José Luis Antúnez cuando se preguntaba si Real Madrid o Barcelona tenían ya su documental definitivo, al hacer referencia a la producción de los Patriots. Hablamos de un documental que capture la totalidad del espíritu, la mística y la emoción de un club y no únicamente el resumen de una campaña exitosa.
Ese tuit me impulsó a dedicarle el tiempo necesario a The Dynasty - New England Patriots (Apple TV+) y puedo asegurar que tiene mucho de eso. De obra definitiva y total. No es el primero y ojalá no sea el último en ese género y con esa dimensión
Decidí entonces tratar de indagar que era lo que llevaba en su interior esta historia. Con pocos spoilers, puedo anticipar lo principal: NFL Films no tuvo miramientos en poner en apuros a una franquicia que en 20 años ganó seis Superbowls, con uno de los dueños más feroces, un mariscal de campo que es icono global del deporte y un entrenador que cada día de su vida hizo penar a sus jugadores, para que se ganen el puesto con un manual old school y dejar para otro siglo el temita ese de la salud mental.
NFL Films los puso contra la pared. Y cuando una organización deportiva permite que su marca, su historia y su legado se ponga por encima de sus nombres más importantes, el resultado está garantizado.
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📽️ Una dinastía y que se enojen todos: cómo construir el documental deportivo (casi) perfecto
“Nada es perfecto en este mundo” es una frase que se repite durante los diez episodios de “The Dynasty- New England Patriots”. Tom Brady y Robert Kraft hacen uso y abuso del latiguillo en diferentes momentos de la serie. Un recurso reconocible de un PR de alta gama para referirse a una situación problemática. Dramas, errores y miserias que abundaron en esa ventana de 20 años en la que los Patriots construían una dinastía con Kraft en la oficina principal, Belichick en el diseño de una mentalidad ganadora y Brady en el armado de las ofensivas con su brazo mágico.
Bajo esa premisa, hablar de un documental perfecto no sería acertado en ninguna circunstancia. Pero si lo perfecto es enemigo de lo bueno, o algo así, veamos cuales son las cosas que pueden llevar a esta miniserie de 10 capítulos a lo más cerca posible de su ideal de perfección.
1-Regla de oro para el documental (casi) perfecto: no omitas nada.
El éxito de los documentales revisionistas -con The Last Dance como game changer en la especialidad- se basa en alguna revelación. Algún detalle o dato nunca puesto a la luz pública. Eso significa en ocasiones hablar de cuestiones que pueden dañar la reputación o incluso la imagen de una organización. Asumirlo, contarlo y darle voz propia implica, si hace falta, algún tipo de redención.
Ahora si lo que se quiere es trascender, ir hacia el documental definitivo, es imprescindible no omitir nada. Kraft, Brady y Belichick le ponen la cara a todo. No evitaron hablar de aquello que podía incomodarlos. O puesto de una manera más acertada: no parecen haber pedido que no les pregunten sobre determinados acontecimientos. Existe un ejército de expertos en comunicación, coaching y relaciones públicas que dan las herramientas necesarias como para poder afrontar preguntas incómodas y salir enteros en este documental producido por NFL Films.
El dato de producción no es menor: NFL es la que decide oxigenar las habitaciones y dejar que entre luz. De hecho no queda bien parada como organización en algunos episodios. Pero no le escapan a los disparos con munición gruesa. Es un documental que toma riesgos y el mayor de todos es que alguno de sus participantes no haya quedado conforme con el producto final. Y no es cualquiera el enojado.
Repasemos algunos episodios, deportivos y no deportivos, que el documental sobre los Patriots incluye en toda su dimensión. Porque también los malos tragos formaron parte de esa historia.
Spygate. En la temporada 2007, los New England Patriots son acusados de grabar videos para interpretar el lenguaje de señas de la defensiva de los New York Jets durante el partido. El caso derivó en escándalo, daño en el prestigio de Bill Belichick como entrenador, pago de multas y daño en la reputación de la franquicia al quedar como los grandes tramposos de la liga. Cuando quisieron arreglar el asunto con la NFL, todo fue para peor.
Aaron Hernández. Fuera de la temporada 2013, Hernández, ala de la ofensiva de los Patriots, es arrestado por el asesinato de Odin Lloyd, un jugador semiprofesional de fútbol americano. Aaron Hernández fue elegido en la cuarta ronda y la posición 113 del draft de la NFL de 2010. Se quitó la vida en la cárcel en 2017. La contratación de Aaron Hernández es mostrada en el documental como un grave error deportivo y también humano, en el que muchos se reprochan no haber encontrado el modo de advertir las señales sobre el estilo de vida de Hernández, sus consumos problemáticos y las derivaciones que tuvo su caso. El modo en el que gestionó la situación la directiva de los Patriots es puesto en duda en el mismo documental. “Fue cuando los Patriots se transformaron en Footbal Inc: una fría empresa corporativa que solo quiere ganar. Y en este caso, un joven termina muerto”, dice en cámara un periodista de investigación del Boston Globe. ¿Hicieron los Patriots todo lo que estaba a su alcance para evitar ese desastre? El parlamento final de Robert Kraft,que le baja la cortina al episodio Aaron Hernández es estremecedor.
Deflategate. El caso de Tom Brady y los balones desinflados. Vamos a la definición de Wikipedia que lo resume perfecto: El escándalo Deflategate fue una controversia de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) en los Estados Unidos que involucró la acusación de que el mariscal de campo de los New England Patriots, Tom Brady, ordenó la deflación deliberada de los balones de fútbol que se utilizaron en la victoria de los Patriots contra los Indianapolis Colts durante el Juego de Campeonato de la AFC de 2014. el 18 de enero de 2015. La controversia resultó en que Brady fuera suspendido por cuatro juegos, mientras que el equipo recibió una multa de $1 millón y perdió dos selecciones del draft en 2016 .
El final de la relación entre Tom Brady y Bill Belichick. Seis anillos del Superbowl ganados por los dos. Nueve finales en total. 20 años juntos para ser cerebro y músculo de una dinastía. Pero “nada es perfecto en este mundo” y la relación se rompe. Las miradas de fuego cortan el hielo del vestuario. Brady se va a Tampa y en 2020 gana su séptimo Superbowl. Sin los Patriots, sin Kraft y sin Belichick. El documental muestra la flagelación de la franquicia porque, tal vez, en ese momento tomaron una mala decisión cuando consideraron que debía irse Brady y no Belichick.
Es adecuado pensar que semejantes acontecimientos -hay muchos más- no pueden quedar afuera de una historia sobre los Patriots. Pero acá lo interesante es que, aún con respuestas monosilábicas diseñadas por expertos en relaciones públicas, no existió ninguna intención de suavizarlos y mucho menos omitirlos. Me pregunto, ¿cuántos clubes que buscan su documental definitivo serían capaces de no dejar afuera eso que no quieren contar? ¿O la gloria que deberían compartir con aquel a quien odian?
La fortaleza de los clubes se consolida como grandeza cuando consigue ponerse por encima de aquello que hubiera sido mejor que no sucediera. O que no se supiera. El sesgo hacia quien fue un enemigo interno. Algún episodio vergonzante. Un error grosero de gestión. Afrontar esa verdad los hace más fuertes. La organización se pone por encima del que manda. No lo dice, lo hace.
2- Que hablen únicamente los que tengan algo para decir
En ciertos documentales que reflejan la historia de un club o un equipo, podemos darnos cuenta cuando falta el testimonio de alguien relevante. Pero en ocasiones sucede lo contrario: aparecen nombres propios que “no podían no estar”, pero que no aportan nutrientes al relato coral de un documental. La tensión en “The Dynasty..” jamás decae porque todos los que allí aparecen tienen un sentido para la historia.
Eso incluye a personajes conocidos y otros no tanto (por ejemplo, los periodistas de Boston que cubrieron las distintas campañas de los Patriots) que en forma conjunta construyen una gran historia. Un fanático de los patriots dice en un momento:
“Si naces en Nueva Inglaterra, podés estar seguro de tres cosas: que un día te vas a morir, que vas a tener que pagar muchos impuestos y que vas a ser hincha de los Patriots”. Testimonio de una persona común, representativo de cientos de miles.
3- “Trabajamos para Bill, pero jugamos para Tom”
Esa frase hace que el documental ya valga la pena. La dice Danny Amendola, receptor abierto de los Patriots entre 2013 y 2017. Es sencillamente genial. Cambiemos los equipos, los nombres y las circunstancias y contiene la salsa secreta de lo significa formar parte de un equipo de elite. “Trabajamos para Pep, pero jugamos para Leo”. “Trabajamos para Rubén, pero jugamos para Manu”. Y así hasta el infinito. Eso es el deporte de alto rendimiento y se puede sintetizar 20 años de un equipo en apenas una frase. Simple de decir, complicado de construir.
4-Una historia que contiene otras historias
El documental es sobre los Patriots, pero tiene varias lecturas en su interior que son sencillas de detectar. Tiene aquello que los críticos de cine ponderan a la hora de analizar una película: The Dynasty ofrece una visión del mundo. Es una historia sobre una franquicia y sobre la NFL. También puede ser sobre Estados Unidos y la decisión de un par de visionarios (Brady, Kraft) de llegar tan lejos como se lo propongan. Recoge la angustia del 11 de Septiembre en 2001. Tiene el sello clásico de los cuatro aviones caza que cruzan el cielo del Gillete Stadium cada vez que los Patriots salen al campo. “Esto es cine”, dirán en X.
Es también una historia sobre el capitalismo. Kraft adquiere la franquicia en 1994, pero en 1985 compró por diez años una pista de caballos adyacente al Foxboro Stadium, la vieja casa de los New England Patriots. Sin permitir una posible expansión de los Patriots debido a esa compra, el grupo Sullivan primero se desprende del Foxboro y luego de la franquicia, objetivo final del Kraft Group que demandó 10 años en consumarse. El caso todavía se analiza como una adquisición de tipo hostil.
The Dynasty es un gran documental porque permite diferentes lecturas que estimulan al espectador, para que no se quede únicamente con lo que hay en pantalla. Ser desafiados como audiencia es todo un lujo en estos tiempos de saturación de tantos contenidos regulares y malos. Y unos pocos buenos dentro de una matriz narrativa que tiende a generar productos similares.
Cada gran marca del deporte merece su documental definitivo. La gran historia trozada en 10 porciones que tenga vida propia, tal como pensó Miguel Angel cuando vió la figura en la piedra, y que pueda decirnos “este documental soy yo. Esto que vas a ver es tu propia vida, tu pasión y por eso me querés. O me odias”.
¿Podrá tener tu club su documental definitivo?
Habla bien del documental que Robert Kraft se haya enojado algo con el producto final. ¿Un documental sobre el Real Madrid que incomode un poco a Florentino Pérez no sería una garantía de que ese contenido, que el propio Real Madrid, se pone por encima aún de sus propios creadores? Sería fabuloso y hasta estratégico: permitir perder algunas manos, un par de combates, para ganar la batalla final.
Apple TV+ tiene cada vez más cosas para decir dentro del paisaje de los medios deportivos. No tiene la principal porción del mercado, pero más allá del deporte, según mi mirada, ocupa el espacio original que supo tener el viejo HBO en función de la profundidad y compromiso de su oferta de series, películas y documentales.
Si se meten de lleno en la compra de derechos y en el crecimiento de su participación en el ecosistema deportivo, pueden hacer desastres. En el mejor sentido del término.
🔊 Podcast | Conversación con Daniela Klaiman, CEO de FutureFuture
🔭 Daniela Klaiman nos explica que es el futurismo y cómo esa disciplina los ayuda a comprender lo que puede suceder en la industria deportiva de los próximos años.
📺 Nuevos consumos personalizados y la monetización posible de cada fragmento de la experiencia del broadcasting y el streaming deportivo ❌ Qué significa que la sociedad no tenga confianza en las instituciones y cómo eso afecta al fútbol. ☑ Por qué el fútbol femenino es un nuevo conector entre la gente y las organizaciones. 🤖 ¿Sabías que la inteligencia artificial lleva casi 70 años entre nosotros? Pero la inteligencia artificial generativa nos hace comprender por primera vez qué significa para nuestra vida cotidiana.
Un anticipo de lo que serán las presentaciones de Sports Summit Sao Paulo 2024.
Otra vez gracias por seguirnos, leernos y escucharnos.
Para el final, una confesión que tal vez suene algo incómoda pero que está en línea con el contenido de esta entrega: quienes escribimos newsletter solemos hablar entre nosotros (como también lo hacen, por ejemplo, los visitadores médicos en un congreso de medicina prepaga) y uno de los comentarios frecuentes es el bajo feedback que suele haber desde los lectores. Conocer qué pasa con los que están del otro lado. Ustedes son 4.200 suscriptores y nuestra tasa de apertura oscila entre el 38 y el 42 por ciento. Total transparencia.
¿Pereza? ¿Falta de interés? ¿Automatismo en la lectura? ¿El costumbrismo que genera lo gratis? No lo sabemos, pueden existir decenas de razones. Sepan que toda respuesta, pulgar en alto y recomendación es bienvenida y valorada. Y es estimulante.
Hasta la próxima,
mg.
Después de leer esta entrega, muchísimas ganas de ver ese documental.
Un detalle no menor, mejor dicho, un desafío no menor, es mostrar miserias en épocas de fanatismos dónde la crítica está mal vista. Esa lógica potenciada por Twitter y Facebook, donde decir algo mal de "mí equipo" es visto como un ataque que hay que defender con igual vehemencia o si es alguien de adentro, exponerse a ser considerado como traidor y recibir el odio de los propios.
Bienvenido el desafío también de romper con eso y exponerse.